jueves, 3 de noviembre de 2011

Los gauchos de Sarmiento frente a los gauchos de Hernández


Facundo

El gaucho es un obstáculo para traer la Europa civilizada y sus costumbres. La pampa también. Facundo, caudillo, tirano, arbitrario y despótico, es el “producto” de todo esto. Puede ejercer su tiranía sólo entre gauchos que lo admiran, le temen, o lo respetan. Rosas puede gobernar del mismo modo, gracias a las mismas circunstancias, porque la barbarie se extendió por toda las ciudades hasta abalanzarse sobre Bs. As. La base de la "dictadura rosista" es el gaucho y sus costumbre, la pampa y su extensión.
La mirada negativa de Sarmiento respecto al gaucho hay que entenderla dentro del contexto en que se escribe Facundo. Es decir, un Sarmiento exiliado, en plena dictadura Rosista, que sufre como periodista e intelectual la censura en carne propia. A su vez, escribe su obra apurado por los acontecimientos y por provocar un efecto político en los lectores. Este elemento, sumado a otros, no le dio tiempo a despegar la figura de Rosas como tirano respecto al gaucho a quien veía como el elemento esencial que formaba la plataforma social de la dictadura rosista.
Si bien Sarmiento tiene una concepción antropológica negativa acerca del gaucho, no debemos entender que se trata de una visión pesimista acerca de la naturaleza humana. Las características del gaucho están determinadas por el lugar en el que vive, por la forma en que se educó y creció. Pero el hombre en sí mismo, no es visto como "el lobo del hombre", al menos en Facundo.
Estas reflexiones las podemos registrar en algunos pasajes de Facundo, cuando Sarmiento habla acerca de la obra que va a realizar el futuro e hipotético gobierno que reemplace a Rosas:
"Porque él -nos dice acerca de Rosas- ha desenvuelto todos los malos instintos de la naturaleza humana………el nuevo gobierno...
"…..es desconocer mucho la “naturaleza humana” creer que los pueblos se vuelven criminales, y que los hombres extraviados que asesinan, cuando hay un tirano que los impulse a ello, son, en el fondo, malvados. Todo depende de las preocupaciones que dominan en ciertos momentos, y el hombre que hoy se ceba en “sangre”, por fanatismo, era ayer un devoto inocente, y será mañana un buen ciudadano, desde que desaparezca la excitación que lo indujo al crimen…".
Es decir, los gauchos que hoy –pensará Sarmiento- apoyan la dictadura “rosista”, o se suman a sus crímenes constituyéndose en eslabones funcionales de su máquina del terror, están siendo estimulados por un régimen que desata sus instintos más salvajes. Eso no quiere decir que sean irrecuperables, o que sean esencialmente malos. Habrá un futuro gobierno, que encaminándose por la senda de la razón y del progreso, los conducirá por los caminos del buen ciudadano.
En este punto queda planteada, a nivel teórico, una oportunidad para el gaucho, un lugar en el nuevo régimen que supuestamente reemplazará a Rosas. Pero, para que el gaucho tenga un lugar en aquel régimen, Sarmiento le pide demasiado: debe dejar de ser gaucho.
Estas últimas reflexiones, si bien no forman parte del texto literal de la obra de Sarmiento, se desprenden de la lógica general con la cual está escrita. El gaucho, tal como lo ve Sarmiento cuando escribe Facundo, sería inútil para el tipo de proyecto político y social que él está pensando. Un proyecto en el que para salir de la barbarie –los caudillos, Rosas, el modo de vida del gaucho argentino- hay que importar la civilización, que se caracteriza por estar en sus antípodas, con lo cual ambos términos se transforman en dos realidades incompatibles.
El proyecto socio-político que se terminó imponiendo en la Argentina, extrajo en parte propuestas y visiones planteadas por Sarmiento en Facundo. La opción dicotómica entre civilización o barbarie representa una de ellas.
Martín Fierro
Es así como comienza el padecimiento de Fierro, que por haber concurrido a la pulpería –uno de los pocos lugares de encuentro o de esparcimiento que tenía el gaucho en ese momento- fue capturado por el Juez de Paz y enviado más tarde a la frontera. Los jueces de Paz, los comandantes de frontera, y en general todas las autoridades que Hernández cita en su poesía”, aparecen para dejar en blanco sobre negro cuál era la función del gaucho en ese momento histórico particular: cargar sobre sus espaldas la tarea de consolidar y extender el Estado Nacional que se pretendía construir. Así es como la frontera se transformaba en un lugar de reclusión, donde el gaucho defiende el territorio de los embates de los indios, a la vez que realiza tareas productivas generalmente mal remuneradas:
"….primero sembré trigo
y después hice un corral,
corté adobe pa’ un tapial
hice un quincho, corté paja-
la pucha que se trabaja
sin que le larguen ni un rial…..".
Martín Fierro constituye un extenso poema –y si se prefiere una novela
relatada poéticamente- que encierra la desdicha de un gaucho que se encuentra solo frente al mundo, amenazado y perseguido por la autoridad dentro de su tierra, o por los indios en los fortines. Es en todo caso el relato que tal vez millares de gauchos no pudieron contar, condenados a vivir en los confines de una historia que se estaba construyendo sin incorporarlos como protagonistas.

Porque el régimen social de dominación que se está gestando en esta época necesita a un “gaucho domesticado”, que cumpla con las funciones -o deberes sociales- a las que aludimos pero que además tenga la mínima capacidad de “consumir” , para que con esto se pueda desarrollar un mercado, sin el cual el modelo de acumulación no podría consolidarse. Es por eso que molesta tanto el gaucho matrero.

Frente a la agonía que sufre el gaucho -después de que este paradigma comienza a calar hondo al interior de sus llanuras- Martín Fierro representa una apuesta política que intenta poner “luz” sobre los rincones que el paso de la historia dejaba bajo sombras: "he relatao a mi modo, males que conocen todos, pero que naides contó", nos dice en uno de sus versos. Es tal vez por eso que la historia –a través de innumerables intelectuales- ha vuelto reiteradamente sobre Martín Fierro, siempre con intencionalidades o interpretaciones diferentes, confirmando de esta forma que el gaucho fue un sujeto políticamente molesto al que se vio o creyó obligada a eliminar.
Pero en la segunda parte de la obra, cuando Cruz y Fierro llegan a las tolderías, tienen la mala suerte de encontrar a los indios "en parlamento" tratando el tema de las invasiones, y "…el indio en tal ocasión, recela hasta de su aliento...". Es decir, al encontrarlos en una situación de guerra, los trataron como enemigos. Es por eso que los recluyen y los mantienen cinco años cautivos. A partir de ahí el relato de Fierro hacia los indios se va a endurecer, destacando crueldades, atrocidades, "ignorancias". Todo lo cual no hace más que reflejar el “clima” de época en el que la guerra colocó a indios y a gauchos en bandos opuestos.
Martín Fierro y Facundo representan dos miradas encontradas respecto del gaucho. Ambas han sido relevantes y dejaron profundas huellas en la historia del pensamiento nacional. Pero si Facundo se constituyó en una de las plataformas de numerosos intelectuales que intentaron fundamentar la necesidad del progreso de cara a Europa y de espaldas a la realidad vernácula, tal vez Martín Fierro haya sido el plafón político y literario de algunos “proyectos” que quisieron romper con la dicotomía irreconciliable entre civilización y barbarie.
Cualquier similitud con la realidad…es pura coincidencia. Fragmentos de la monografía de: Mauro Paradiso


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