Cuando trascurrían los primeros días del año 1976, el suscrito cursaba
el segundo año de la carrera de Contador Público Nacional, que lamentablemente
tuve que abandonar.
Uno recuerda que en
Anunció este que por supuesto había sido aprobado por
En aquella oportunidad, este personaje nefasto en la
historia Argentina señalaba: “en el corto plazo, el programa económico debía
dominar lo que llamó "los tres incendios": la inflación, la deuda
externa y la recesión, o sea, la caída de los niveles de producción”.
Por aquel entonces se indicaba que
Martínez de Hoz y
su equipo esperaban que lo capitales extranjeros se radicaran en el sector
agropecuario y en el sector petrolero y minero.
Pero… a principios de 1977, el rebrote de la inflación
-después de algunos meses de significativa disminución de los índices- llevó al
equipo económico a justificar la postergación de la anunciada y esperada
reactivación de la economía, porque el control de la inflación, objetivo
considerado requisito para el logro de los demás, estaba insumiendo más tiempo
que el previsto.
En marzo de ese mismo año, estableció una tregua de
precios por 120 días, durante la cual "los empresarios tenían que deponer
sus pretensiones alcistas y absorber los ajustes salariales" que se
autorizaron desde el 1° de ese mes.
En el mismo lapso, el Estado postergó los incrementos en
los precios de los combustibles, por 120 días. La medida fue muy criticada, y a
partir del día 121 los precios aumentaron aceleradamente.
Hasta fines de ese mismo año, la actividad económica fue
impulsada por la expansión del sector agrícola, que dinamizó las producciones
industriales estrechamente vinculadas, como tractores, maquinarias agrícolas,
fertilizantes, etc. Sin embargo, el equipo económico entendió que esta
expansión por sí sola y dadas sus características resultaba insuficiente para
asegurar el crecimiento económico auto sostenido del país.
Ese mismo equipo económico buscó crear las condiciones
para que las tasas de interés subieran. A través de un conjunto de medidas, el “estado”
redujo la cantidad de moneda circulante y, al mismo tiempo, las empresas
públicas comenzaron a pedir créditos al sistema bancario y financiero.
El aumento de la demanda de dinero originó el incremento
de las tasas de interés que se aceleró rápidamente. Una vez impulsada la
tendencia, el Banco Central comenzó a disminuir su regulación sobre el sector.
El aumento del precio del dinero tuvo un efecto recesivo casi instantáneo.
Las empresas que habían tomado créditos se encontraron con
costosos crecientes y reaccionaron liquidando sus stocks de mercaderías y, en
muchos casos también, sus bienes de capital e instalaciones.
Así fue como en el año 1978 – como se realizaba el Mundial
de Fútbol – se lanzo un nuevo programa estaba basado en el supuesto de que una
parte importante de aumento de los precios se debía a "factores
psicológicos".
Para contrarrestarlos, propuso la información anticipada
de porcentaje de devaluación y lo hizo fijando la variación de la pauta
cambiaria, es decir, cuál sería la relación entre el peso y el dólar para cada
día de los meses siguientes. Esta vez, en lugar de establecerse como precio del
dólar una suma fija, a lo largo de esos meses cada dólar iba a costar una
cantidad creciente de pesos. De este modo, quedó establecido en un instrumento,
que se conoció como "la tablita", cuál iba a ser, en ese lapso, el
porcentaje de la devaluación de la moneda Argentina.
Sin embargo, en ese período la inflación aumentó mucho más
que la devaluación programada, de modo que el peso siguió sobrevaluado y el
retraso de la paridad cambiaria afectó al sector exportador.
El equipo económico presentó entonces la posibilidad de
facilitar el ingreso de los productos importados fabricados en el extranjero-
como una forma de controlar la inflación. Por esta vía, esperaba controlar el
aumento de los productos nacionales enfrentándolos con los precios del mercado
internacional, que eran más bajos.
Entendía, además, que era una forma de presionar a los
sectores productivos para que mejoraran su competitividad, es decir, que
ofrecieran la mejor calidad al menor precio para estar en condiciones de
competir con los productos importados. La combinación de todas estas medidas
con la vigencia de un mercado financiero liberalizado y una pauta cambiaria
fija produjo un explosivo aumento del endeudamiento externo e incentivó las
operaciones financieras a muy corto plazo y alta rentabilidad, desalentando
completamente las inversiones productivas.
Los esperados capitales extranjeros que provocarían los
cambios cualitativos y cuantitativos en la economía Argentina comenzaron a
entrar a partir del tercer trimestre de 1979, pero no llegaron con el propósito
de radicarse en inversiones productivas. En 1980 el sistema financiero entró en
crisis y, desde entonces, la inflación y la especulación crecieron a niveles
muy superiores a los registrados anteriormente.
sábado, 12 de noviembre de 2011
Que la Historia no se repita…
Esperemos que la Historia no se repita.
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