Lo más difícil en estos momentos es saber a ciencia cierta quien resultará ganador en las próximas elecciones. Después de los resultados de las primarias, las dudas de los votantes son aún mayores.
La alternancia democrática genera en nuestra sociedad un cúmulo de dudas. Los dichos populares así lo indican como por ejemplo “mejor malo conocido, que bueno por conocer”.
La sucesión, sobre todo en la política es el proceso por el cual el liderazgo actual debe cambiar de manos. Lo indispensable para los que actualmente ejercen el poder es precisamente conservarlo. Para quienes ambicionan ocupar y reemplazar a los actuales, dicen estar en condiciones y preparados para hacerlo.
El problema principal no surge en quienes lideran el oficialismo o la oposición, sino por el contrario, todos aquellos que actualmente usufructúan los cargos y no quieren ser despedidos. La aceptación de estas reglas – muchas de ellas no escritas – es difícil de ser razonablemente admitidas ya sea por cuestiones personales e incluso ideológicas.
Muchos querrán que se apresuren los momentos, en el cuál los actuales mandatarios sean reemplazados, mientras que los que aún se encuentran en el poder, obviamente tienen la intención opuesta.
Indefectiblemente los tiempos de los políticos son bastantes cortos – siempre necesitan más tiempo para llevar adelante sus proyectos – y en cambio para los líderes de la oposición esto representa un obstáculo a vencer.
Pero existen otras razones – ajenas a las reglas de la alternancia – que influyen en los líderes en sus cargos o en los que intentan reemplazarlos, y es precisamente, el éxito o el fracaso de las políticas públicas; Entre ellas el temor a los desastres sociales que podrían desembocar en problemas insalvables en cuanto a la economía lugareña. Demasiado maltratada podríamos decir.
Hace mucho que andamos por caminos equivocados e inciertos. Tenemos el potencial económico para crecer e incorporarnos al grupo de los más avanzados; El gran problema ha sido la falta de políticas coherentes y creíbles que generen un marco suficientemente estable para que esto suceda - el crecimiento sostenible – y no caben dudas que esta es la raíz del problema desde la perspectiva histórica.
Porque acaso: Mientras muchos hablen de las riquezas.
Mientras otros busquen solamente hacerse rico.
Mientras se debate si hay o no hambruna, y se lo haga desde los restaurantes.
Mientras se contamina, el agua que bebemos no es apta… pero todo da igual.
Mientras los más ricos deben impuestos, los que pagan son perjudicados.
Mientras todos pensamos en el nuevo celular.
Mientras todos queremos una computadora más rápida.
Mientras todo eso pasa…estamos hipotecando el futuro.
Hay mucho por hacer y no faltara el que pregunte: " y vos que estas haciendo? " y la respuesta es sencilla, mucho… y a la vez… insuficiente.
¡Lo mejor es que siga el oficialismo!No debemos cerrar los ojos. No debemos volver al dicho y sigamos igual…Ya no hay nada por hacer.
Sin embargo quizás sí…dejemos que gane el oficialismo. Así una vez por todas, alguien deba hacer cargo de lo hecho. No le demos la posibilidad a las excusas.
No dejemos ninguna herencia, no generemos ningún estallido, el que la hace,… la paga.
