viernes, 29 de julio de 2011

La salud de un amigo…

Como dice el titulo de esta columna, la salud de un amigo generó que supiéramos a ciencia cierta la verdad sobre la situación que viven los profesionales en el Hospital Ferreyra.

A menudo sucede que las noticias cuando se dan, generan – a veces – la persecución a quien realmente no debieran. Por ello es que llamaremos a nuestro amigo “jorge”, para que su identidad quede resguardada.

En el caso del profesional actuante, lo denominaremos como el “hincha de boca”, de esta manera también lo mantendremos en el anonimato, para evitar las sanciones.

El martes pasado (26 de Julio), nuestro amigo “jorge”, dada su avanzada enfermedad, debió llamar a la ambulancia del hospital; Era las 23 horas cuando arribo la misma con el médico “hincha de boca” e inmediatamente decidió su traslado al nosocomio.

Fue llevado a la guardia e inmediatamente, siempre bajo la supervisión del “hincha de boca”, le realizaron los chequeos e incluso le pusieron suero en el mismo lugar.

Luego de algunas horas, el mismo facultativo decidió que se pudiera retirar a su domicilio. Les recomendó a los familiares de “jorge” que prestaran atención sobre la temperatura corporal y en caso de que la misma ascendiera que inmediatamente vuelvan al hospital.

Lamentablemente “jorge” debió volver a las 9 horas de la mañana del miércoles; Y oh… sorpresa, fue atendido por el mismo médico que se encontraba en la sala de guardia.

El “hincha de boca” inmediatamente lo medicamento y lo tuvo en observación, siempre en la sala de guardia.

Luego de un par de horas, le permitió que volviera a su casa. Siempre con las indicaciones del caso – observar la temperatura de “jorge” – y en caso de ser necesario, que inmediatamente vuelva al hospital.

Como se dará cuenta, estimado lector, el amigo “jorge” esta delicado en cuanto a su salud. De allí las recomendaciones del facultativo, que demuestran que el “hincha de boca” actúa como buen profesional que es.

Pero… “jorge” debió volver al hospital, cuando eran las 19 horas del miércoles; previo llamado telefónico para el pedido de la ambulancia.

Y nuevamente el profesional que vino en la ambulancia, era el “hincha de boca” que inmediatamente lo trasladó.

Como se darán cuenta en este relato, también tomamos la precaución de dar los horarios que no son los correctos, pero que determinan con exactitud que el médico, estuvo de guardia cumpliendo varias funciones.

Al tomar conocimiento de este caso, consultamos si esto que sucede es lo que pasa asiduamente con las guardias en el Hospital Emilio Ferreyra; Lamentablemente la respuesta es que donde deben “existir” tres o cuatro médicos de guardia, solo “existe” uno.

Lamentablemente esta situación se vuelve a presentar todos los domingos, cuando a raíz de los cambios efectuados en el área de salud, los responsables no trabajan.

En otras palabras, los que se consideran ser “funcionarios”, dejan de ejercer la medicina y sobre todo si la misma implica trabajar los domingos, feriados y reemplazar a los residentes o aquellos que cubren las guardias.

La salud de un amigo, “jorge”, estuvo protegida por el excelente facultativo “hincha de boca”, pero no por la decidía del Intendente Dr. Daniel Molina, o del Secretario de Salud Dr. Juan Carlos Barrera.

La salud de un amigo…

Como dice el titulo de esta columna, la salud de un amigo generó que supiéramos a ciencia cierta la verdad sobre la situación que viven los profesionales en el Hospital Ferreyra.

A menudo sucede que las noticias cuando se dan, generan – a veces – la persecución a quien realmente no debieran. Por ello es que llamaremos a nuestro amigo “jorge”, para que su identidad quede resguardada.

En el caso del profesional actuante, lo denominaremos como el “hincha de boca”, de esta manera también lo mantendremos en el anonimato, para evitar las sanciones.

El martes pasado (26 de Julio), nuestro amigo “jorge”, dada su avanzada enfermedad, debió llamar a la ambulancia del hospital; Era las 23 horas cuando arribo la misma con el médico “hincha de boca” e inmediatamente decidió su traslado al nosocomio.

Fue llevado a la guardia e inmediatamente, siempre bajo la supervisión del “hincha de boca”, le realizaron los chequeos e incluso le pusieron suero en el mismo lugar.

Luego de algunas horas, el mismo facultativo decidió que se pudiera retirar a su domicilio. Les recomendó a los familiares de “jorge” que prestaran atención sobre la temperatura corporal y en caso de que la misma ascendiera que inmediatamente vuelvan al hospital.

Lamentablemente “jorge” debió volver a las 9 horas de la mañana del miércoles; Y oh… sorpresa, fue atendido por el mismo médico que se encontraba en la sala de guardia.

El “hincha de boca” inmediatamente lo medicamento y lo tuvo en observación, siempre en la sala de guardia.

Luego de un par de horas, le permitió que volviera a su casa. Siempre con las indicaciones del caso – observar la temperatura de “jorge” – y en caso de ser necesario, que inmediatamente vuelva al hospital.

Como se dará cuenta, estimado lector, el amigo “jorge” esta delicado en cuanto a su salud. De allí las recomendaciones del facultativo, que demuestran que el “hincha de boca” actúa como buen profesional que es.

Pero… “jorge” debió volver al hospital, cuando eran las 19 horas del miércoles; previo llamado telefónico para el pedido de la ambulancia.

Y nuevamente el profesional que vino en la ambulancia, era el “hincha de boca” que inmediatamente lo trasladó.

Como se darán cuenta en este relato, también tomamos la precaución de dar los horarios que no son los correctos, pero que determinan con exactitud que el médico, estuvo de guardia cumpliendo varias funciones.

Al tomar conocimiento de este caso, consultamos si esto que sucede es lo que pasa asiduamente con las guardias en el Hospital Emilio Ferreyra; Lamentablemente la respuesta es que donde deben “existir” tres o cuatro médicos de guardia, solo “existe” uno.

Lamentablemente esta situación se vuelve a presentar todos los domingos, cuando a raíz de los cambios efectuados en el área de salud, los responsables no trabajan.

En otras palabras, los que se consideran ser “funcionarios”, dejan de ejercer la medicina y sobre todo si la misma implica trabajar los domingos, feriados y reemplazar a los residentes o aquellos que cubren las guardias.

La salud de un amigo, “jorge”, estuvo protegida por el excelente facultativo “hincha de boca”, pero no por la decidía del Intendente Dr. Daniel Molina, o del Secretario de Salud Dr. Juan Carlos Barrera.

lunes, 25 de julio de 2011

DROGA…La técnica del avestruz ¿Y DÓNDE ESTÁ EL FUTURO?

Sigan Escondiendo la cabeza…continúen defecándose en el porvenir…vivan acumulando el poder…perduren en el sembradío de la soberbia…total… ¿a quién le importa?

Mientras los políticos; en su mayoría; siguen dando pena…

Mientras nos atrofian de campaña en campaña…

Mientras los diputados nacionales; en ocho meses, sesionaron solo cuatro veces…

Mientras con los dineros públicos mantenemos a gran cantidad de ineptos, inescrupulosos y corruptos…

Mientras la demagogia subsidiada infla descaradamente el pecho…

Mientras imberbes traidores del ayer; hoy adultos; se la dan de luchadores “progresistas”…

Mientras para las primarias obligatorias, calculamos 30.000 candidatos, 25.000 mesas de votación y cien millones de boletas… ¡y solo hablamos de una región geográfica!...

Mientras nos debatimos entre el “CERDO PARA TODOS” o “TODOS SOMOS CERDOS”…

Mientras los radares comprometidos desde el 2004-2005, todavía no están prestos y hay coladores por todos lados…

Mientras tantos delincuentes; que todavía están libres; utilizan las tareas sociales y humanitarias para llenarse espúreamente los bolsillos y tener propiedades, aviones, yates y otras yerbas…

MIENTRAS TANTO ESTUDIEMOS ESTOS DATOS…:

Quinientos por ciento aumentó el consumo de PACO; Doce años de promedio es el inicio del TABAQUISMO; en la provincia de Buenos Aires el 90 % de los chicos de 14 años toma alcohol.

En zonas de alto riesgo, los jóvenes llegan a delinquir, prostituirse y vender pertenencias; propias y ajenas; para consumir drogas.

Casi el 50 % opta por el PACO, 35 % por la MARIHUANA y el 15 % por la COCAÍNA.

Como ilustración y con serena madurez leamos algunos datos significativos.

PACO: según estadísticas oficiales, cuarenta chicos por mes mueren en el Gran Buenos Aires y en los últimos años; como señalamos previamente; aumentó hasta el 500 % el consumo. A nivel nacional su consumo sigue creciendo en la población juvenil, dado que es altamente adictivo y su valor menor al de la cocaína. El problema es que genera una adicción rapidísima y su efecto es efímero. Al cabo de tres meses los consumidores pueden perder entre 15 y 20 kilos de peso y a los seis meses; ya registran efectos letales en el lóbulo frontal del cerebro.

DAÑOS: taquicardia, hipertensión arterial. Euforia y rigidez muscular inicial, depresión, inseguridad, conductas agresivas, antisociales y cuadros psicóticos.

ALCOHOLISMO: Provoca daños físicos en todos los sistemas del organismo, siendo los más complicados el cardiovascular, el nerviosismo y el hepático. Hoy, en la Argentina, afecta a cerca de 1.600.000 mayores de 14 años. Pero; agrego; la nocturnidad continúa “a todo trapo y con viento a favor”.

Agreguemos a todo el panorama, otras sustancias, psicofármacos y demás “enseres” y la “pinturita” estará completa.

En todos estos procesos están inmersas la corrupción y diversas complicidades de menor a mayor.

¿Será así o estaremos en presencia de una nueva “sensación térmica”, como les gusta decir a algunos políticos y funcionarios?

“No temo a la muerte irreversible por ser condición de la existencia, temo al tiempo perdido sin conciencia, pues de esa muerte diaria soy culpable”

…Que así sea…. ¡Y así es!

¿Se lo tomarán en serio o alcanzará con postularse a cargos de poder?

GUILERMO STURLA

sturlagui@hotmail.com.ar

NB. Fuente de datos: Fundación Nueva Esperanza

jueves, 14 de julio de 2011

Las encuestas, bajo sospecha

Los números pueden engañarnos. Una supuesta verdad incontrastable es capaz de transformarse en otra opuesta gracias a la credibilidad que confiere la perfección de las cifras. Un acertijo ayuda a entender mejor la contradicción. Resulta que tres personas pagan 30 pesos por una cena en un restaurante. Al ser antiguos clientes, el encargado resuelve hacerles un descuento de 5 pesos. Pero el mozo decide, por su cuenta, devolver 1 peso a cada uno y quedarse con 2. Así, con el descuento cada cliente paga 9 pesos. Ahora, resulta que 9 por 3 es 27, más los 2 pesos que se quedó el mozo, el total llega a 29 pesos. Entonces, ¿dónde está el peso restante? (El error está en que en lugar de sumarles a los 27 pesos los 2 pesos que se quedó el mozo hay que restarlos, porque se los quedó. Entonces quedan en limpio los 25 pesos reales que debieron pagar los comensales tras los 5 pesos de descuento que recibieron.)

Muchos resultados de las encuestas políticas-electorales suelen encubrir esta clase de trampas. Se hacen planillas y cálculos estadísticos que luego son presentados como verdades únicas con la intención de explicar una realidad que siempre beneficia al que las paga y difunde. Y como en muchas otras actividades de la vida pública nacional, aquí también se ejercita el doble discurso. En público se niega que esto exista pero en privado todos lo admiten.

Las sospechas volvieron a aparecer en las últimas elecciones a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Con algunas excepciones, como por ejemplo las consultoras Poliarquía y Giacobbe y Asociados, que fueron las que más se acercaron al resultado final, la mayoría de las encuestadoras difundieron cifras que daban una diferencia entre Mauricio Macri y Daniel Filmus de 10 puntos o menos; incluso las kirchneristas se animaron a predecir que los separaban sólo 5 puntos. Terminó ganando el candidato de Pro por casi 20 puntos. En mayo, en la elección de candidatos a gobernador de Santa Fe, la sorpresa la dio el humorista Miguel del Sel, que llegó tercero muy cerca de los ganadores. Las encuestadoras exhibían una intención de voto de entre 6 y 7%, cifra que el actor duplicó. A principios de julio, en la segunda vuelta de la elección a gobernador de Tierra del Fuego, para las encuestadoras del gobierno nacional estaba asegurado el triunfo de la candidata kirchnerista Rosana Bertone, tras haber ganado la primera vuelta por 9 puntos, sobre la gobernadora Fabiana Ríos. Sin embargo, Ríos se impuso por algo más de un punto.

Más atrás en el tiempo, en 2006, con motivo del intento de reforma constitucional para permitir la reelección de gobernador, en las constituyentes de Misiones las encuestadoras oficialistas difundieron sondeos que marcaban un claro triunfo del gobernador Carlos Rovira. Pero terminó ganando el obispo Joaquín Piña con una diferencia también de más de 10 puntos. Y aquella noche negra de julio de 2009 el mismísimo encuestador Roberto Bachman, como vocero de campaña de Néstor Kirchner, encabezó la rueda de prensa para decir que el ex presidente ganaba por 3 puntos cuando ya se sabía que había perdido la elección frente a Francisco de Narváez. En este caso también Poliarquía se diferenció del resto dando como ganador al empresario.

Estas son sólo algunas de las evidencias de que los encuestadores políticos se equivocan seguido a veces por impericia y otras, cabe la duda, en forma deliberada. Y sus errores de cálculo son tapados con explicaciones técnicas y políticas que casi siempre ponen la culpa afuera. Explican la volatilidad del electorado y sus actitudes cambiantes, las migraciones de preferencias y el trillado "más-menos" que para el caso de la elección porteña perdió toda vigencia como excusa. ¿Para qué difundir encuestas ante tal grado de precariedad metodológica? Cabe pensar que, entonces, los resultados y argumentos de las reiteradas equivocaciones bien pueden ser interpretados como parte de operaciones políticas encubiertas.

Como ocurre con los hechos de corrupción, con la manipulación de las encuestas políticas tampoco se encontrará documento alguno que lo certifique. De hecho, el público recibe los resultados por los medios sin ser debidamente informado acerca de cómo fueron obtenidos, el perfil socioeconómico de los consultados, en qué lugar geográfico específico se hizo, qué clase de preguntas se efectuaron para conocer si las respuestas fueron espontáneas o inducidas hacia un resultado previamente establecido. Y lo más importante: quien la pagó.

Quedan pocas dudas para la sociedad argentina de que las encuestas electorales ya son parte de las estrategias de campaña. Cuanto más poderoso sea el grupo que las encarga (sobre todo los gobiernos en todos los niveles, con cuantiosos presupuestos y creciente tendencia a la manipulación de la opinión pública) mayor influencia tendrá para impregnar al votante con porcentajes que serán tapados por los resultados.

Hay un principio básico para entender el problema. Un estudio de mercado o encuesta de opinión pública no debería hacerse con el único objetivo de su rápida difusión mediática para figurar en un marketinero ranking de ganadores y perdedores. Sus realizadores deberían manejarse con principios éticos profesionales y no comerciales, y menos aún pragmáticos. Lo ideal, deberían ser prescindentes del objeto de estudio. Sus resultados, un insumo esencial para adoptar decisiones y cambios de estrategias de campaña. Es decir, es información estadística y analítica útil hacia dentro de la organización, que sabrá aprovecharla para ajustar sus legítimas ambiciones políticas. Si no fuera así, algunas preguntas caen de maduro. Por ejemplo: ¿qué interés y utilidad directa tiene para la vida concreta del ciudadano saber cuál es la imagen de un candidato o proyecto de candidato que, incluso, hasta pudo haber cambiado al momento de aparecer en los medios? "Es una foto de un instante determinado", suelen explicar los encuestadores. Entonces, ¿qué sentido tiene abrumar durante años a la sociedad con encuestas "de un momento determinado" sobre la imagen de políticos cuando las prioridades sociales suelen ser otras? ¿Por qué las usinas de su difusión siempre provienen de quienes mejor posicionados están en los resultados que se exhiben? ¿Alguien vio a un encuestador explicar por televisión por qué pierde su candidato-contratador? Y por último, si no se publicaran encuestas electorales, ¿la ciudadanía no sabría a quién votar?

En este mercado hay un grupo dominante, por número y facturación, que marca tendencia y trabaja en el corazón del mismo poder político y económico del país, es decir, Buenos Aires. Se estima que son una docena de encuestadoras políticas que operan desde la Capital moviendo un negocio anual promedio de 15 millones de pesos. El atractivo no es sólo económico, sino también la exposición mediática que la actividad ofrece, incomparable a otras. El circuito virtuoso se potencia con una sociedad mediatizada y farandulera. El creciente protagonismo público gracias a los medios facilita otros negocios; así, muchos encuestadores se han transformado en analistas políticos y estrellas que desfilan por televisión, radio, diarios y revistas de actualidad explicando números que difícilmente puedan ser recordados por las audiencias, a excepción del mensaje conceptual que se quiere instalar: quién gana y quién pierde. Es obvio que muestran lo que resultan ser en la realidad: armas publicitarias disfrazadas de estudios sesudos de opinión pública.

Durante los dos mandatos del presidente Carlos Menem, las encuestadoras políticas fueron ganando cada vez más espacio. Pero ningún otro gobierno como los ejercidos por el matrimonio Kirchner las llevó al rango de política de Estado, incorporándolas a la gestión y a su estrategia de acumulación de poder. El primer indicio fue en los albores del gobierno de Néstor Kirchner, y fue por la necesidad de instalar una figura presidencial fuerte tras haber asumido con sólo el 22% de los votos. Entonces, su jefe de Gabinete se encargó de contactar a todas las encuestadoras del mercado para convocarlas a trabajar alineadas a su objetivo comunicacional. El rol de reclutador le cupo a la consultora Equis, que desde entonces sigue siendo una fiel servidora de este sistema, que se mantiene activo. Durante los cuatro años de ese gobierno, las encuestadoras oficiales difundieron encuestas semanales y mensuales que permitieron instalar una creciente imagen positiva de Kirchner, llegando a valores de entre el 70 y el 80%, cifra que ni el propio Perón hubiese conseguido.

Testigos privilegiados que supieron participar de esta logia de encuestadoras oficialistas suelen contar que con el tiempo las relaciones se han vuelto más que simbióticas y carnales. Según confiesan, es común que el funcionario ordene: "Necesitamos estar diez puntos por arriba del resto de los candidatos. Ponele precio". Incluso se dice que es habitual que los encuestadores dejen la planilla en blanco para que el jefe ponga el resultado final. Ser encuestador oficial tiene otros beneficios. Permite calificar para la realización de encuestas de ministerios, organismos públicos y sindicatos. Con la misma información venden sus trabajos de consultoría y conferencias a empresas.

Sería injusto estigmatizar de operadoras políticas a todas las encuestadoras del país. Las hay responsables a la hora de aportar análisis y datos. Son las que optan por un perfil bajo.

Como ocurre con las metodologías utilizadas por las consultoras privadas de economía que miden la inflación, y hasta con los ratings televisivos que hace Ibope, sería oportuno que las encuestadoras políticas sean puestas bajo la lupa de la credibilidad social, sometiéndolas a los mismos controles de calidad técnica que se exige a los otros. Esto es, transparentar el funcionamiento de este sector que incide en la construcción de la confianza y el imaginario social. Llama la atención que hasta el momento nadie se haya animado a confeccionar un historial de sus predicciones y confrontarlas con la realidad. Así, la sociedad podría tener información precisa y comparada acerca de la efectividad de sus trabajos. Y bajaría la posibilidad de la sospecha y el engaño. Si no, corremos el riesgo de que se perpetúe la conclusión a la que llegó uno de los encuestadores más mediáticos del país, quien, para justificar su floreciente negocio, suele decir en privado: "En la Argentina hay más mercado para la mentira que para la verdad".

Claudio R. Negrete

miércoles, 13 de julio de 2011

Quien debe y quien puede ganar las elecciones

La mayoría cree que el único ganador debería ser el ciudadano. Pero las condiciones impredecibles, como la muerte de algún candidato, genera condicionamientos distintos a la realidad.

Causados en su mayoría por condiciones incomprensibles, aquellos que cuentan con una hegemonía dominante en la sociedad, generan limitaciones que permitirían en principio determinar a priori quien sería el ganador.

El oficialismo y su hegemonía por medio de sus proyectos dominantes e incluso con los denominados “aparatos” del estado, permiten la instalación de las tendencias a su favor.

El mismo, que ejerce el poder de gobernar y se siente imprescindible en las contiendas, junto a los sectores profesionales de la política. Ese oficialismo siempre ambiciona perpetuarse en el poder o evitar las eventualidades de la sucesión si le resulta adversa, mientras que los sectores profesionales de la política tienen ambiciones de posicionarse en cargos ejecutivos y legislativos en una conquista electoral.

También existe otros sectores interesados –muchas veces astutamente disimulados – que también están compitiendo con sus propios intereses e ideologías, como por ejemplo las corporaciones de los negocios económicos, organizaciones intermedias, con segundas intenciones.


Además existen empresas y protagonistas de lo denominado como “comunicación social” que operan sobre todo por intermedio del periodismo informativo o interpretativo - del cual somos parte – con la “magia non santa” de incluir, excluir y manipular la información.


El tercer sector en discordia –que debería ser el primero – de este escenario es la ciudadanía, que precisamente es la más importante en el juego democrático.

Bien sabemos que así como se la pretende halagar honrándola con la archiconocidas frases tales como “el pueblo nos eligió”, “el pueblo nunca se equivoca”, etc., no debería ser el furgón de cola.


A pesar de ser expuesto y manipulado por el simple hecho de que no existen campañas legítimas de esclarecimiento, de participación e incluso de integración con los sectores mencionados en el principio.


Deberían cumplirse las formas morales, éticas y de esclarecimiento de la transparencia integral de las candidaturas, plataformas políticas y por sobre todo dar las garantías del cumplimiento de esos principios, las reglas del juego serán legales y legítimas.


Caso contrario nos encontraríamos con que las mismas pasarían a ser ilegítimas y tramposas para con la ciudadanía.


Es muy frecuente últimamente que, detrás de muchas artimañas para ocultar los verdaderos intereses, para con los que son elegidos por un partido y para un proyecto político concreto, haciendo caso omiso de lo que se denomina confiabilidad otorgada para instalarlos en sus respectivos cargos, luego ignoren lo prometido, claudiquen sus discursos y en algunos casos terminen privatizándose.


De esta forma creen y actúan como si los mandatos les fueran otorgados a título personal y además fueron ellos mismos los propietarios y no los servidores del poder adquirido y delegado por el pueblo.


De esta forma se los usa para convocarlos a votar y luego es como si se los mandara de vuelta a su casa, para de esta forma sigan viendo su presente y futuro por los medios de comunicación.


Sin embargo existe otra solución para la ciudadanía.


Permitirles a los “oficialistas” un período más de poder, para que de esta forma se “hagan cargo” de sus desaguisados. Exigirles que cumplan con los códigos morales y éticos. Y además cumplan con la humildad y austeridad prometida en otros tiempos.


En cuanto a los deberes incumplidos como por ejemplo las declaraciones juradas públicas, las obras inconclusas, las mentiras reiteradas e incluso los faltantes pecuniarios del estado municipal, sean judicializadas de una vez por todas.


De esta forma el que gana sería el ciudadano.

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