Facundo
El gaucho es un obstáculo para traer la Europa civilizada y sus
costumbres. La pampa también. Facundo, caudillo, tirano, arbitrario y
despótico, es el “producto” de todo
esto. Puede ejercer su tiranía sólo entre gauchos que lo admiran, le temen, o
lo respetan. Rosas puede gobernar del mismo modo, gracias a las mismas
circunstancias, porque la barbarie se extendió por toda las ciudades hasta
abalanzarse sobre Bs. As. La base de la "dictadura rosista" es el gaucho y sus costumbre, la pampa y su extensión.
La mirada negativa de
Sarmiento respecto al gaucho hay que entenderla dentro del contexto en que se
escribe Facundo. Es decir,
un Sarmiento exiliado, en plena dictadura Rosista, que sufre como periodista e
intelectual la censura en carne propia. A su vez, escribe su obra apurado por
los acontecimientos y por provocar un efecto político en los lectores. Este
elemento, sumado a otros, no le dio tiempo a despegar la figura de Rosas como
tirano respecto al gaucho a quien veía como el elemento esencial que formaba la
plataforma social de la dictadura rosista.
Si bien Sarmiento
tiene una concepción antropológica negativa acerca del gaucho, no debemos
entender que se trata de una visión pesimista acerca de la naturaleza humana.
Las características del gaucho están determinadas por el lugar en el que vive,
por la forma en que se educó y creció. Pero el hombre en sí mismo, no es visto
como "el lobo del hombre", al menos en Facundo.
Estas reflexiones las
podemos registrar en algunos pasajes de Facundo, cuando Sarmiento habla acerca
de la obra que va a realizar el futuro e hipotético gobierno que reemplace a
Rosas:
"Porque él -nos
dice acerca de Rosas- ha desenvuelto todos los malos instintos de la
naturaleza humana………el nuevo gobierno...…
"…..es desconocer
mucho la “naturaleza humana” creer que los pueblos se vuelven
criminales, y que los hombres extraviados que asesinan, cuando hay un tirano
que los impulse a ello, son, en el fondo, malvados. Todo depende de las
preocupaciones que dominan en ciertos momentos, y el hombre que hoy se ceba en “sangre”, por fanatismo, era ayer un
devoto inocente, y será mañana un buen ciudadano, desde que desaparezca la
excitación que lo indujo al crimen…".
Es decir, los gauchos
que hoy –pensará Sarmiento- apoyan la dictadura “rosista”, o se suman a sus
crímenes constituyéndose en eslabones funcionales de su máquina del terror,
están siendo estimulados por un régimen que desata sus instintos más salvajes.
Eso no quiere decir que sean irrecuperables, o que sean esencialmente malos.
Habrá un futuro gobierno, que encaminándose por la senda de la razón y del
progreso, los conducirá por los caminos del buen ciudadano.
En este punto queda
planteada, a nivel teórico, una oportunidad para el gaucho, un lugar en el
nuevo régimen que supuestamente reemplazará a Rosas. Pero, para que el gaucho
tenga un lugar en aquel régimen, Sarmiento le pide demasiado: debe dejar de ser
gaucho.
Estas últimas
reflexiones, si bien no forman parte del texto literal de la obra de Sarmiento, se
desprenden de la lógica general con la cual está escrita. El
gaucho, tal como lo ve Sarmiento cuando escribe Facundo, sería inútil para el tipo
de proyecto político y social que él está pensando. Un proyecto en el que para
salir de la barbarie –los caudillos, Rosas, el modo de vida del gaucho
argentino- hay que importar la civilización, que se caracteriza por estar en
sus antípodas,
con lo cual ambos términos se transforman en dos realidades incompatibles.
El proyecto
socio-político que se terminó imponiendo en la Argentina, extrajo en
parte propuestas y visiones planteadas por Sarmiento en Facundo. La opción dicotómica
entre civilización o barbarie representa una de ellas.
Martín Fierro
Es así como comienza el padecimiento de
Fierro, que por haber concurrido a la pulpería –uno de los pocos lugares de
encuentro o de esparcimiento que tenía el gaucho en ese momento- fue capturado
por el Juez de Paz y enviado más tarde a la frontera. Los jueces de Paz, los
comandantes de frontera, y en general todas las autoridades que Hernández cita
en su “poesía”, aparecen para dejar en
blanco sobre negro cuál era la función del gaucho en ese momento histórico
particular: cargar sobre sus espaldas la tarea de consolidar y extender el
Estado Nacional que se pretendía construir. Así es como la frontera se
transformaba en un lugar de reclusión, donde el gaucho defiende el territorio
de los embates de los indios, a la vez que realiza tareas productivas
generalmente mal remuneradas:
"….primero sembré
trigo
y después hice un
corral,
corté adobe pa’ un
tapial
hice un quincho, corté
paja-
la pucha que se
trabaja
sin que le larguen ni
un rial…..".
Martín Fierro constituye un extenso poema –y si se prefiere
una novela
relatada poéticamente-
que encierra la desdicha de un gaucho que se encuentra solo frente al mundo,
amenazado y perseguido por la autoridad dentro de su tierra, o por los indios en los fortines. Es en todo
caso el relato que tal vez millares de gauchos no pudieron contar, condenados a
vivir en los confines de una historia que se estaba
construyendo sin incorporarlos como protagonistas.
Porque el régimen social de dominación que se está gestando
en esta época necesita a un “gaucho domesticado”, que
cumpla con las funciones -o
deberes sociales- a las que aludimos pero que además tenga la mínima capacidad
de “consumir” ,
para que con esto se pueda desarrollar un mercado, sin el cual el modelo de
acumulación no podría consolidarse. Es por eso que molesta tanto el gaucho
matrero.
Frente a la agonía que sufre el gaucho -después de que este
paradigma comienza a calar hondo al interior de sus llanuras- Martín Fierro
representa una apuesta política que intenta poner “luz” sobre los rincones que el paso de la historia dejaba
bajo sombras: "he relatao a mi modo, males que conocen todos, pero que
naides contó", nos dice en uno de sus versos. Es tal vez por eso que la
historia –a través de innumerables intelectuales- ha vuelto reiteradamente
sobre Martín Fierro, siempre con intencionalidades o interpretaciones
diferentes, confirmando de esta forma que el gaucho fue un sujeto políticamente
molesto al que se vio o creyó obligada a eliminar.
Pero en la segunda
parte de la obra, cuando Cruz y Fierro llegan a las tolderías, tienen la mala
suerte de encontrar a los indios "en parlamento" tratando el tema de
las invasiones, y "…el indio en tal ocasión, recela hasta de su aliento...".
Es decir, al encontrarlos en una situación de guerra, los trataron como
enemigos. Es por eso que los recluyen y los mantienen cinco años cautivos. A
partir de ahí el relato de Fierro hacia los indios se va a endurecer,
destacando crueldades, atrocidades, "ignorancias". Todo lo cual no
hace más que reflejar el “clima” de
época en el que la guerra colocó a indios y a gauchos en bandos opuestos.
Martín Fierro y Facundo representan dos miradas encontradas
respecto del gaucho. Ambas han sido relevantes y dejaron profundas huellas en
la historia del pensamiento nacional. Pero si Facundo se constituyó en una de las
plataformas de numerosos intelectuales que intentaron fundamentar la necesidad
del progreso de cara a Europa y de espaldas a la realidad vernácula, tal vez
Martín Fierro haya sido el plafón político y literario de algunos “proyectos” que quisieron romper con la dicotomía
irreconciliable entre civilización y barbarie.
Cualquier similitud
con la realidad…es pura coincidencia. Fragmentos de la monografía de: Mauro Paradiso