Siendo
muy joven –esto fue hace casi medio siglo – existía una seria televisiva –en
blanco y negro- llamada Kung Fu. Su protagonista Kwai Chang Caine interpretada
por el inolvidable David Carradine, un monje shaolin (que es un monasterio o
templo budista) quien durante cada capítulo se lo pasaba “poniendo la otra
mejilla”, salvo en los últimos minutos de cada serie.
Siempre
en situaciones en las que era discriminado, maltratado o perseguido, ponía su
mejilla para ser golpeado.
La
violencia que debía imprimirle a cada capítulo, solo era justificada porque el
90 % del mismo, como dice San Mateo 5.38-39 en La Biblia: “No
resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra”
Despertaba
nuestra sincera admiración ante la indiscutible sabiduría e ilimitado
autocontrol de este hombre, que finalmente colmaba también nuestra “necesidad
de justicia”, sin la cual la serie no habría tenido éxito.
Por
aquel entonces creía que ante cada agresión “poniendo la otra mejilla”, era el
ideal prácticamente imposible de alcanzar, que sería lo correcto pero también,
en la realidad, solo se puede alcanzar si uno fuera un ser excepcional.
Esto
último es precisamente la exigencia que escuchamos en el Honorable Concejo
Deliberante, por parte de los doce concejales minutos antes de destituir al
Intendente de Necochea Profesor HoracioTellechea.
Se
pretendía que el mismo solo pusiera la otra mejilla como tantas veces lo ha
hecho. Porque durante su campaña electoral fue perseguido, maltratado,
ofendido, y amenazado una y otra vez.
Es
más, hace escasos días el Concejal Luciano Lescano hizo público la persecución que
se le ha hecho a su familia y en especial a su hijo. Tanto es así que
actualmente él debe vivir alejado de su familia y fuera de la provincia de
Buenos Aires.
Además
por todos los medios disponibles, se lo ha maltrato con vituperios como
corrupto, poli grillo, ladrón, títere, inoperante, etc., etc…
Que
más se le puede pedir a un hombre?
En
mi caso soy de perder los estribos por situaciones sumamente insignificantes a comparación
de lo enumerado. Enojarme porque algunos llaman a los auspiciantes para bajar
una pauta o por decir mentiras sobre mi proceder o simplemente por asegurar
sobre hechos que no fueron reales.
Sin
embargo a los doce apóstoles de satanás, no les tembló la voz para exigir del “hombre”,
lo que cada uno de ellos, ante similar situación hubiesen defendido.
Luego
de poner las “dos mejillas”….solo se defendió como lo hacen los hombres
transparentes, con la palabra, sin contestar a la violencia recibida.
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