Por decisión del intendente
Tellechea, el 16 de agosto, fecha en que
se cumplen los primeros 6 años del fallecimiento de Alberto Oscar Sureda, se
conmemorará el “Día del Dirigente Deportivo de Necochea”.
Quienes tuvimos la suerte de tener
el honor de conocer, y cultivar la amistad de Alberto Oscar Sureda, por ello
quiero compartir la editorial del mes de Marzo del 2006, de la edición N°18 Año
II de la Revista Sucesos.
Las elecciones del 2003, establecían
un imaginario colectivo: dialogo. Y el Dr. Daniel Anselmo Molina propuso a los
ciudadanos la confluencia del debate entre diferentes sectores sociales para
dar respuestas a un camino de propuestas concretas de transformación
institucional, ya que la sociedad había dado sobradas muestras de querer salir
de la crisis.
Había que padecer ceguera y sordera
irreversibles para no entender que una época de la política necochense tenía
que retirarse al cajón de los recuerdos.
Aquellos grandes partidos que nos
dieron años de gobernabilidad y una aparente estabilidad se hacia añicos y
pasaban a la tranquilidad de los cementerios. La tecnología mucho tenía que ver
con todo ello.
Así se hace cargo, por mandato
popular y escaso margen en el porcentaje electoral, proponiendo el cambio del
modelo político y de gobierno, para terminar con vicios que los años en el
poder enquistan y traen aparejados.
Se dice fácil y se escribe rápido. Pero
plantearse semejantes objetivos en un contexto social como el que vivimos tenía
un cierto porcentaje de utopía.
Tres experiencias fundamentales en
la vida del doctor Daniel Molina, confluyen en su gobierno: su compleja
relación con el peronismo, cierta perplejidad frente a los cambios sufridos en
el radicalismo y sus años de formación profesional y política.
A partir de su ingreso al palacio
municipal, dedico buena parte del 50 % de su mandato a hacer frente a los
reclamos y los atendió, aunque no todos tuvieron la respuesta deseada por sus
convecinos. Pero los escucho.
Hoy la realidad nos da una
explicación histórica desmentida por los hechos, una moral de la impunidad y la
intolerancia, una política insincera y una promesa incumplida. ¿Es que hay otra
Necochea subyacente arrogante y ciega que la sociedad desconoce? ¿El sentido de
la contradicción, la incomprensión y el conflicto es el patrón de la ideocracia
y la estratocracia?
Tal vez sea posible la unión militante entre el poder y la
idea.
Pero por sobre todas las palabras,
creo que para moldear un desarrollo de gobierno a favor de la sociedad no
debemos apartarnos del decálogo ético que dice:
Cuando se carece de Ideas: SE
INSULTA.
Cuando no se tiene Capacidad: SE
IMPROVISA.
Cuando se adolece de Objetivos: SE
VIVE DEL PASADO.
Cuando se carece de Principios: SE
ES INMORAL.
Cuando no se valoran los Esfuerzos:
SE CORROMPE.
Cuando se carece de Franqueza: SE ES
UN HIPÓCRITA.
Cuando se adolece de Honestidad:
TODO ES VALIDO.
Quien no Respeta: AVASALLA.
Quien no tiene Razón: DIFAMA.
QUIEN INSULTA.
QUIEN IMPROVISA.
QUIEN VIVE DEL PASADO.
QUIEN ES UN INMORAL.
QUIEN CORROMPE.
QUIEN ES UN HIPÓCRITA.
QUIEN ES DESHONESTO.
QUIEN AVASALLA.
QUIEN DIFAMA.
NO MERECE OTRA COSA QUE EL SILENCIO.
(Alberto Sureda).
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